Había una vez tres en un lejano pueblito, tres hermanas que fueron criadas y crecían juntas rodeadas del amor de buenos padres.
Un buen día, o un mal día, se hallaron solas ante la muerte repentina de la madre. Entonces se sintieron huérfanos los cuatro, ellas y el padre, porque la madre era el sostén espiritual de todos.
Este buen hombre, obligado por su trabajo, tenía que viajar a menudo.
Entonces la hermana mayor tomó el control del hogar con el consentimiento de su padre y el malestar de sus otras dos hermanas.
De un día para el otro había ascendido de hermana a madre sustituta.
Era de carácter fuerte y decidido, asi es que pronto fue amoldándose a su nuevo rol.
Por una cuestión de edades tal vez, fue uniéndose cada vez más a la hermana del medio y distanciándose cada vez más de la menor, con la que tenia poca comunicación, sin percatarse de que ésta era la más desvalida.
Casi sin darse cuenta, la menor y a pesar de esa desafortunada circunstancia, sentía una gran admiración por ella y soñaba con crecer y parecérsele. Fue así construyendo su propia fortaleza y su propio mundo, poblado de silencios, de sueños, de anhelos, de lectura de la Biblia a la que se hizo asidua, de meditación y de escritura. Ah cómo le agradaba escribir en su diario, escribir novelas, poemas que sólo ella leía, ya que jamás compartió con ninguna de sus dos hermanas ese secreto suyo: escribir, plasmando su alma en ello.
Lograba cierta comunicación con la hermana del medio, más no podía conversar de temas que a ella le interesaban, pues sentía que su hermana no la comprendía. A la del medio no le agradaba leer, ni estudiar y asi empezaron a hacerse cada vez más frecuentes las discusiones que las charlas y juegos armoniosos. La del medio soñaba con “tener” y la menor con “ser”. Vaya que eran diferentes!
Por su puesto la del medio mostraba una gran habilidad para hacer pequeños negocios, en donde ganaba algún dinerillo, mientras la mayor era eficaz en organizar, establecer el orden, distribuir las tareas que cada una debía realizar, una gran lectora también, inteligente y que solía compartir con las más pequeñas en voz alta algunos libros de cuentos. Otra cualidad suya era el don de la locuacidad.
En toda discusión, ella salía victoriosa, ya que siempre tenía palabras y más palabras que decir mientras que las menores al verse desprovistas de ellas sólo atinaban a insultarla, sin hacerle siquiera hacer perder su tranquilidad. En esas situaciones las menores se unían contra ella, sobre todo cuando a ambas les afectaba la decisión tomada por la mayor.
La mayor nunca era afectuosa con la menor y era poco generosa, casi mezquina con todas sus pertenencias que cuidaba como un valioso tesoro, al que las pequeñas se sentían atraídas más por la forma en que la menor las cuidaba....
A la mas pequeña por ese entonces no le afectaba el desamor de su hermana mayor, ni siquiera lo analizaba. Al fin de cuentas, aun tenía a su padre y a sus amigas que si le daban afecto y contención. Recién de adulta se dio cuenta de esa carencia.
Por entonces, sufría sin saber bien el por qué, atribuyendo siempre su dolor a la muerte de su madre.
Asi fueron creciendo, cada una acentuando o no sus virtudes y defectos. La menor desarrolló una gran capacidad de percepción, de observación y una emotividad especial, pero la ira era un defecto que buscaba controlar.
Se dio cuenta, y se lo dijo, que la hermana mayor tenía una vocación especial, y volaría alto, a lo que esta respondió con una negativa total....
Veía cómo sus hermanas empezaban a poner sus ojos en muchachitos de su edad y se dio cuenta de que ambas podían llorar por el amor de un hombre. Tal hecho provocaba en la menor un dolor e impotencia grandes que la llevó a tomar la firme decisión de que ella jamás lloraría como sus hermanas por un hombre.
Cierto día la mayor empezó a cumplir lo anunciado por la menor, y tomó una decisión en contra de los deseos de su padre: irse de la casas, no precisamente por el amor de un hombre sino para realizar esa “vocación especial” profetizada por una niña años antes.
Y como para la menor, la mayor era su modelo, intentó seguir sus pasos en algo parecido, pero fracasó....
La del medio se casó y formó una familia “muy normal”, prosperó económicamente, porque era buena para ganar dinero, de chica ya trabajaba...además no se movió de la casa paterna, lo que le faltaba, lo tomaba del padre...
La menor regresó junto a su padre y muy pronto empezó a trabajar también.
Formó una familia normal.
Tuvo su propia casa, y progresó materialmente más que la del medio, sin que eso haya sido para ella nunca lo mas importante.
Esto generó en la del medio una “rara envidia”, más aún cuando tras la muerte del padre le llegaron tiempos malos.
La menor la ayudó siempre en todo lo que podía y la mayor mucho más desde donde estaba.
Se visitaban, aunque siempre la mayor visitaba mas a la del medio. Seguía dando consejos a las menores sobre todos los aspectos de la vida, cosa que la menor guardaba en su corazón....
Después de la muerte del padre, la mayor dijo: “ bueno, ya no está papá, asi es que en mis vacaciones dividiré mis días para compartirlos con ambas hermanas”
Al poco tiempo, la menor sufrió la pérdida de su esposo y casi todo lo que poseía.
Y ambas hermanas tomaron distancia de ella. Fueron manos extrañas las que ayudaron a la menor porque la providencia de Dios se las ingenia para proveer al pobre y necesitado que clama a El.
Pasaron años así y la ayuda de la mayor se multiplicó para la del medio, quien se quedó con la casa paterna, los bienes y los ahorros del padre muerto, sintiéndose dueña de todo, con el consentimiento de la hermana mayor que directamente dejó de visitar a la menor para dedicarse enteramente a la asistencia de la del medio.
La menor recién alli empezó a analizar su pasado y presente y a preguntarse íntimamente si realmente ellas eran sus hermanas. Mientras ambas están bien la menor continuó de fracaso en fracaso en su lucha por llevar adelante un hogar con hijos pequeños y ha conocido la carencia en la pobreza. No obstante desde allí siguió ayudando a la del medio, que gritaba a todas voces que era “pobre”.
En algún momento, la ira, su antiguo defecto se desataba en la menor y le hacía proferir maldiciones por la impotencia y el dolor que sentía ante la indiferencia de sus hermanas.
Pero llegó el día en que decidió no emitir mas juicios sobre ellas y hacer lo que ninguna hizo: perdonar, visitar, sin discriminaciones, visitarlas....
Cada una es dueña de sus actos y cada una responderá ante Dios por ellos. Cada fue, en definitiva, artífice de su propio destino. ¿Ganarán el cielo? Dios mira con benevolencia a las tres....
La mayor y la del medio se sostienen mutuamente con el afecto y se compadecen del prójimo sufriente, pero sus ojos y sus corazones están cerrados para ver en la menor a su prójimo más cercano y sufriente....
La del medio, continúa sacando provecho material de todo lo que puede, mostrando a su familia como la “ideal” mientras que se vive una perversa realidad allí.
Carece del sentido de la gratitud y ha perdido la memoria de cuánto provecho sacó de la menor... aunque ésta se halla en estado de pobreza y soledad.
Todas purgarán sus yerros.
Este cuento demuestra la diversidad dentro de una misma familia. Cada persona es diferente, en el sentir y el actuar, aunque tengan la misma sangre hayan crecido bajo el mismo techo, con el mismo afecto, con la misma educación, con las mismas enseñanzas y principios morales y religiosos. Sin embargo de adultas, se opta libremente de acuerdo a la percepción y deseo personal.
Lo material es pasajero, los lazos sanguíneos perduran, aún con fallas de las partes.
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