RECORDANDO A MI MADRE
La muerte de mi madre marcó mi vida, pero más la marcó haberla tenido hasta mis 13 años, haber aprendido a amar sintiendo el suyo, no solo hacia mi sino hacia mi padre, hacia mis hermanos, hacia mis abuelos paternos y a mi abuela materna ( a mi abuelo paterno no llegue a conocerlo, falleció antes) a quienes amé tan solo porque ella los amo en forma concreta.
Mi madre daba amor a todos, jamás noté que ella tuviera bronca u odio hacia nadie. Será por eso que nuestra casa siempre estaba abierta para recibir a todos los parientes que venían a visitarnos, a quienes ella atendía siempre con amabilidad, cortesía, delicadeza y alegría.
Mamá era tan querida por todos!
¿ Cómo no aprender a amar a lado de una mujer que se volvía niña para jugar con mis hermanos y conmigo haciéndonos reír tanto? Cómo no amar a una mujer que bailaba con nosotros, que cantaba, que sacrificaba sus propios gustos tan solo para complacernos?
No era una mujer instruida, ni letrada, ni intelectual, pero tenía la sabiduría, que pocos tienen, la sabiduría del amor, de la humildad verdadera, de la simpleza, de la espontaneidad en el darnos y demostrarnos el afecto de mil modos; la sensatez para enseñarnos lo bueno y para corregirnos cuando obrábamos mal, la caridad infinita para cuantos mendigos tocaban a nuestra puerta y jamás se iban con las manos vacías…..
Mi padre era un hombre serio, de esos de sonrisas difíciles, pero con el corazón lleno de amor, de esos que muestran una apariencia de dureza pero en el fondo una sola lágrima femenina terminaban por desarmarlo. Pero mamá siempre lograba hacerlo sonreír. Lo amaba!. Se amaban! Vivieron 31 años juntos y jamás se separaron. En las discusiones que por ahí tenían nunca se trataron con palabrotas, ni groserías. Casi siempre ella terminaba llorando y papá se quedaba mudo , como sin saber que hacer, por un lado estaba su amor, y por el otro su orgullo de hombre… Y si eso sucedía después de la cena, él tardaba en ir a acostarse, mamá lo llamaba una y otra vez con dulzura hasta ablandar su dureza.
De mi madre aprendimos la fe en Dios, en un ser Superior que nos Creó y nos protegía desde siempre. Mis primeras oraciones las aprendí de sus labios.
Mi hermano mayor siempre repite lo mismo : “ mamá fue la única mujer que me amó de verdad y la que más amé en toda mi vida” y todos nosotros compartimos ese sentimiento.
Murió muy jóven, a los 52 años y la última imagen que tuve de ella fue nuevamente un gesto de amor.
Ella había tenido un infarto el 19 de julio de 1974 a las 17 hs y su médico de cabecera, el Dr. Rovner, ya fallecido, la medicó y la envió irresponsablemente a casa . En el trayecto fue a un sanatorio a aplicarse las inyecciones que el Dr. Le indicó y una “iluminada” enfermera le aconsejó a papá internarla urgentemente, explicándole lo que el Dr. Rovner obvió: mamá tenía un infarto…
La internaron de inmediato en el sanatorio “del litoral” que antes funcionaba sobre avenida Alberdi.
Papá regresó a las 20 hs. A buscarnos a mi hna. y a mi, mientras mi hna. Mayor se quedó con mi madre.
En nuestra inocencia, mi hna. Y yo pensamos que ya estaría bien, la pensábamos en buenas manos, además no sabíamos cuál era su diagnóstico, de todos modos estábamos contentas, aunque la cara de papá no era la de siempre, en ella veíamos algo que no supimos dilucidar entonces, como un dejo de impotencia y amargura…
Cuando llegamos nos impidieron el ingreso a mi hermana y a mi. Sólo papá y mi hna. mayor podían estar con ella.
Yo quería ver a mamá y me puse enfrente de esa habitación nª 3, esperando que en algún momento se abriera la puerta para verla…y la puerta se abrió…la ví…. Me miró! Mi mamá me miró a los ojos y pronunció con lágrimas en los ojos, la anteúltima palabra que oí de ella: “Nelita!”( asi me llamaba ella, ya que soy la menor de 5 hermanos)
Al poco rato salió mi hermana mayor llamando a gritos a la enfermera… Mamá había tenido otro infarto… Llamaron al cardiólogo, el Dr. Casanello, que pareció haber tardado una eternidad en llegar..pero llegó con parsimoniosos pasos portando su maletín de médico… Se abrió nuevamente la puerta de la habitación Nº 3 y oí las últimas palabras de mi madre apretando las manos de mi hermana mayor ( dichosa de ella! que estaba a su lado): “ me muero hijita, me muero…”
Se cerró la puerta inmediatamente luego de ingresar el Dr. Casanello y mi otra hermana y yo nos arrinconamos en una esquina del pasillo del sanatorio a suplicarle al cielo que mamá viviera…pero no…el Cielo se la llevó.. En verdad ella siempre le perteneció…. Ahí todo se paralizó para mi. El mundo dejó de existir, las cosas se esfumaron, la gente, los ruidos externos, el pasado , el presente, el futuro, todo quedó tildado en mi…
Cuando salió el médico de nuevo y no sé que cosa le dijo , lo único que se es que vi en mi padre a un hombre derrumbado, destruido..no era mi padre…
Luego él nos reunió a mis hermanas y a mi para darnos la terrible noticia: “mamá murió y nos quedamos huérfanos”.. mi padre se incluía en esa orfandad…y fue la primera vez en mi vida que vi llorar a mi padre como a un chico….
Mamá te amamos! Papá te agradecemos por amarla tanto!
Gracias por habernos amado a mis hermanos y a mí.
Mamita, jamás te olvido! Te debo la vida y todo lo bueno que me enseñaste viviéndolo primero vos! Fuiste y serás mi referente del amor verdadero, emulación del amor de Dios, la más perfecta que vi en este mundo… Ojalá todos amaran y valoraran a sus madres y la honraran en vida, es concretizar el “gracias” por el don de la vida.
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