lunes, 4 de octubre de 2010

A VERÓNICA

A Verónica




Verónica, mi niña deseada y esperada.



Ángeles invisibles te pusieron en mi vientre con amor,



con ese amor con que fuiste concebida y cuidada,



lloré de alegría, como en cada parto y al verte se me fue el dolor.









Pimpollo blanco de un rosal espinado,



protegiéndote de toda mano cruel que quisiera arrancarte,



fuiste creciendo como la flor más bella de un jardín refinado,



y te amé desde siempre como nadie jamás podría amarte.









Dulce niña mimada, de rubios cabellos,



y de piel tan blanca como el marfil y tan suave



como todos tus gestos, balbuceos y tus ojos bellos.



No me cansaba de hablarte y de mirarte como solo Dios sabe….









Eres mi hija querida, carne de la mía



y sangre de mi sangre, simiente celestial,



regalo divino que llenó mi vida de alegría,



Que para que nunca sufras te hubiera puesto en una caja de cristal.









Ahora que creciste , buscando otros rumbos, de mi te has alejado,



tal vez añorando los abrazos de tu amado padre



al que la muerte , que no perdona, tan jóven se lo ha llevado,



Perdón hija, si no pude ser dos cosas a la vez y tan sólo fui tu madre….









No fue elección mía tan sola tener que criarte,



pero nunca olvides que fuiste amada mucho también por tu padre,



quiso siempre como yo, lo mejor para vos y sufrimientos evitarte



Ahora que dejaste el nido recuerda que asi como el, tampoco es eterna tu madre.











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